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Sony A7  (Texto: Iker Morán | Fotos: Álvaro Méndez | Madrid / Barcelona)

 

No, no son las primeras cámaras de objetivo intercambiable y sin espejo con sensor de 24 x 36 milímetros. Aunque ése es uno de los lemas abanderados por Sony a la hora de desvelar sus nuevas A7 y A7R, en realidad la compañía pasa por alto un pequeño detalle: la telemétricaLeica M9 tampoco tenía espejo, y en septiembre de 2009 (¡hace cuatro años!) estrenaba un sensor de formato completo.Dejando a un lado este pequeño desliz histórico, en Sony parecen tener motivos para estar de celebración con este hito tecnológico: embutir un sensor de estas dimensiones en un cuerpo del tamaño de las A7 y A7R es algo que hace no demasiado tiempo parecía sencillamente impensable.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bastante pequeñas si tenemos en cuenta que albergan un sensor full-frame, su peso, de unos 400 gramos, también es muy comedido. Algo que, sin embargo, no es incompatible con una buena ergonomía y una firme sensación entre las manos.La empuñadura es equilibrada y suficiente para sujetar el cuerpo junto a las ópticas que este mismo miércoles veían la luz con la cámara. Si se trata de usar objetivos más voluminosos, tal vez alguno querrá recurrir a la empuñadura vertical opcional, aunque la estética del conjunto no nos acaba de convencer demasiado.

 

Dos diales de control, muchos mandos, botones de función configurables, accesos directos físicos y en pantalla… todo lo que cabría esperar de una cámara de este nivel está en su sitio.Otra buena noticia: el menú de pantalla abandona la estética NEX, tan poco adecuada para una cámara seria, y apuesta por una nueva estructura mucho más sobria y cómoda de manejar. Seguro que algún usuario de la las NEX-7 y NEX-6 la echa de menos en su cámara.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Aunque los más nostálgicos identificarán esa pirámide que corona las A7 y A7R con el característico pentaprisma de las réflex, en realidad estas cámaras integran un visor electrónico, tal y como ocurre desde hace ya años con todos los modelos de Sony.

 

Pese a tratarse de una prestación que sigue despertando reticencias en muchos usuarios, la buena noticia es que, por tamaño y resolución (2,4 megapíxeles), el visor que emplean estas Sony puede ser un duro competidor para un visor tradicional. Cierto que no es lo mismo, que el refresco sigue teniendo su aquel cuando la luz flojea, pero sus ventajas son también innegables.Habrá que esperar a tener una unidad final entre las manos, pero a primera vista la verdad es que convence. ¿Tanto como el de la Olympus OM-D E-M1, que a día de hoy pasa por ser el mejor de su clase? Nos sobra algo de contraste y saturación en las imágenes –efecto típico de la tecnología OLED-, pero mejor esperar a una cámara definitiva antes de dictar sentencia.

 

¿24 o 36 megapíxeles? De diseño y prestaciones casi idénticas, el sensor utilizado es lo que marca diferencias entre la A7 y la A7R. La primera apuesta por un captor de 24 megapíxeles que guarda parecidos con el usado en la A99 pero del que, dos años después, cabe esperar mejoras, gracias entre otras cosas a la entrada en acción del procesador Bionz X.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La A7R va un paso más allá y se atreve con un CMOS de 36 millones de puntos que, además, elimina de su estructura el filtro de paso bajo para potenciar el nivel de detalle. En este caso las miradas se dirigen necesariamente a la Nikon D800E, con idénticas prestaciones en su sensor.La lista de preguntas es bastante obvia. ¿Merece la pena el desembolso de 600 euros más por este plus de resolución de la A7R? ¿Se resentirá el rendimiento a sensibilidades altas al aumentar la resolución y por tanto disminuir el tamaño de las células del sensor? Tomamos nota de todo ello.

 

 

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